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COVID-19: Salvemos las ‘start-ups’

José Antonio Campos Granados, Director Executive MBA; Profesor de Innovación, Emprendimiento, Organización de Empresas y Marketing, Universidad de Deusto

Fernando Díez Ruiz, Profesor doctor Facultad de Psicología y Educación, Universidad de Deusto

José Luis del Val Roman, Catedrático de la Facultad de Ingeniería, Universidad de Deust

H_Ko / Shutterstock

En este momento, la mayoría de los Estados occidentales está entrando en un proceso de desescalada tras el largo periodo de confinamiento provocado por la expansión, a nivel mundial, del coronavirus.

Sin perder de vista la salud, crece ahora la preocupación por los efectos de este largo parón en la economía mundial y se busca cómo poder superarlos lo más rápidamente posible.

Algunas de las primeras estimaciones de la consultora McKinsey&Co. sobre el efecto de esta pandemia sobre el empleo arrojan cifras desoladoras: en Estados Unidos, 30 millones de trabajadores del sector de las pymes se verían afectados, y casi 60 millones en Europa.

Ante la gravedad de la crisis, los gobiernos lanzan propuestas urgentes para paliar la situación de las familias más afectadas y para reiniciar la actividad de las empresas existentes.

¿Nos hemos olvidado de las start-ups?

No se escucha, sin embargo, ninguna propuesta para apoyar a las start-ups, aunque estas también se encuentran en una difícil situación.

De hecho, en un estudio reciente del nodo de innovación de Telefónica, Wayra, se afirma que la crisis del coronavirus impacta ya al 74% de las start-ups españolas.

Las start-ups no son “empresas en miniatura”. Son organizaciones que están naciendo y buscan un modelo de negocio que funcione y que les permita crecer. Pero, mientras lo hacen, necesitan (mucha) liquidez para poder pagar sus exiguos sueldos, cumplir con los proveedores y darse a conocer a través de (costosas) campañas de marketing.

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¿Cuánto años vive una empresa?

En 2015, el Foro Económico Mundial estimaba que la vida media de las empresas multinacionales integradas en la lista Fortune 500 es de entre 40 y 50 años.

En 2018, la consultora norteamericana Innosight anticipaba que la vida media de las 500 empresas del índice Standard and Poor´s se reduciría a 12 años para el ejercicio 2027.

Si las empresas líderes de la economía mundial tiene una duración tan corta, mucho más corta será la vida de las pymes. Entonces, ¿de dónde va a venir el recambio? ¿Qué nuevas empresas ocuparán el lugar que dejen las que cierran? Si no se apoya ahora a las start-ups, será imposible contar con empresas que releven a las que cierren su ciclo de vida en el futuro.

El reto start-up: pocos recursos y alto riesgo

Las personas emprendedoras que arrancan una start-up suelen tener pocos recursos propios. Además, los bancos no les conceden créditos por el alto riesgo de sus aventuras innovadoras.

Las start-ups se mueven en terrenos de alto riesgo (tecnológico, económico y de mercado), y, por ello, les cuesta más que a las empresas establecidas conseguir fondos. De hecho, el equipo fundador debe dedicar más tiempo a la búsqueda de fondos que al desarrollo del propio modelo de negocio.

Aunque, dependiendo de la región en la que se ubiquen, pueden optar a ayudas públicas, no podrán salir adelante sin acudir a inversores. En este caso, hay una dificultad añadida: necesitan demostrar con indicadores precisos que, pese al alto riesgo, su inversión puede tener alguna rentabilidad futura.

El coronavirus también afecta a los inversores

Uno de los analistas de Pitchbook, una consultora internacional que asesora a fondos de inversión y start-ups, ha señalado que, por efectos de la pandemia en Estados Unidos, 7 200 start-ups se estarían quedando sin fondos (y se espera que los números se incrementen).

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Algunos inversores se están retrayendo, y otros dejarán de invertir por el no cumplimiento de los compromisos del equipo emprendedor. Probablemente esta tendencia sea extrapolable a lo que suceda en Europa.

Para enfrentarse a los números rojos, un primer paso sería acudir a las ayudas que los gobiernos pongan en marcha para intentar superar la crisis.

Sin embargo, vistos los efectos de la pandemia en la recaudación tributaria y el impresionante número de damnificados que la misma va a dejar tras de sí, las ayudas públicas no podrán tener un excesivo recorrido.

De ‘start-up’ para ‘start-up’, mejorando la búsqueda de financiación

En el Hackaton EUvsVirus del pasado mes de abril, una de las propuestas ganadoras del “Desafío de la financiación digital” fue WeStayLiquid, una plataforma presentada por participantes de Francia, Alemania, Hungría, Italia, Polonia y España, que acelera el acceso a las ayudas públicas, reduciendo el proceso de solicitud de financiación de 6 horas a 20 minutos.

Su función es encontrar, entre los fondos otorgados por la UE, el instrumento financiero adecuado para cada proyecto, reduciendo la burocracia obsoleta y confusa, y brindando transparencia y seguridad en la gestión de datos.

‘Start-ups’ y empresas: en busca de una relación simbiótica

Otra solución, que podría ser beneficiosa tanto para start-ups como para empresas ya existentes, sería el diseño de mecanismos de cooperación entre ambas bajo un esquema de innovación abierta.

Las start-ups conseguirían desarrollar sus productos y las empresas podrían incorporar soluciones innovadoras a sus ofertas más rápidamente. Si el esquema colaborativo se diseña correctamente, el sistema conjunto emplearía menos fondos.

El profesor Shameen Prashantham recomienda dos tipos de colaboración entre start-ups y empresa, una con formato de aceleradora corporativa y otra con forma de embudo.

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Las aceleradoras serían adecuadas en la fase divergente del proceso innovador (la empresa se expone a soluciones diversas propuestas por las start-ups). En cambio, los programas tipo embudo serían más adecuados para la fase convergente (las corporaciones encuentran soluciones potenciales a los retos a los que se enfrentan y para los que han convocado a las start-ups).

Hay varios consorcios europeos volcados en facilitar y favorecer esta colaboración. Por ejemplo, en el campo del big data, está la European Data Incubator, mientras que Upskilling Lab 4.0 trabaja en el campo de desarrollo de las competencias necesarias para que sea fructífera la colaboración entre las partes.

Si los Gobiernos estatales y regionales no impulsan esta cooperación, o las empresas (hasta ahora) consolidadas se focalizan en la estrategia de “sálvese quien pueda”, o las start-ups se encierran en su bucle, se estará perdiendo una oportunidad de oro para poder construir una sociedad más innovadora, justa y sostenible en el futuro. He aquí un reto por el que merece la pena trabajar.

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