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¿Superheroínas o kamikazes? Ser enfermera durante la pandemia por coronavirus

Personal sanitario ante un centro médico durante los días duros de la pandemia del coronavirus SARS-CoV-2. Shutterstock / Imaxe Press

Bárbara Badanta Romero, Universidad de Sevilla y Rocío de Diego-Cordero, Universidad de Sevilla

Desde el inicio de la pandemia las enfermeras han sido la mayor fuerza laboral sanitaria en la lucha contra la covid-19. Sin embargo, los profesionales sanitarios no contaban en España con los recursos adecuados y suficientes para atender a sus pacientes. Por ejemplo, la tasa de enfermería en España (5,9 enfermeras por 1 000 habitantes) es inferior a la de Europa (9 enfermeras por 1 000 habitantes). El resultado: una sobrecarga de trabajo severa.

A pesar de este desafío, se ha observado un importante sentido de responsabilidad entre las enfermeras españolas. Estas consideran que juegan un papel clave como profesionales altamente capacitadas para brindar cuidados humanizados de calidad. En este contexto, muchos profesionales de la salud se retrataron alzando sus puños como símbolo de fuerza y orgullo por su trabajo.

Este patrón de conducta ya se ha evidenciado en otros estudios con enfermeras en China. Los resultados mostraron que el 70 % de las participantes mencionó que la responsabilidad profesional las impulsó a participar en la “misión de contener la epidemia”, a pesar de estar expuestas a riesgos laborales de contagio mientras cuidaban de pacientes con covid-19.

Sin embargo, la capacitación profesional y las extensas jornadas de dedicación a sus pacientes han generado una enorme presión en estas profesionales.

Las enfermeras han sido responsables de cumplir con los estándares de calidad asistencial frente a los miedos generados por este nuevo escenario. Todo esto con un riesgo creciente de infección, perspectivas inciertas y falta de equipos de protección adecuados. Además, han sufrido las consecuencias del estrés, principalmente en áreas de cuidados críticos donde la gravedad de los pacientes es extrema.

Esto, unido al miedo de llevar con ellas el coronavirus a sus barrios y casas, y contagiar a la familia y seres queridos, ha resultado en un aumento de consultas psicológicas. Así, según algunos investigadores, el personal sanitario, incluidas las enfermeras, ha sufrido un aumento de síntomas de ansiedad, angustia, estrés e incluso insomnio.

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Conllevar la responsabilidad con el estrés

Las enfermeras se han sentido obligadas a seguir severas restricciones: del número de personal que ingresa a los comedores, prohibición de visitas familiares, distanciamiento social y aislamiento de los pacientes. Con ello se han sentido impotentes y estresadas.

No solo percibían la soledad de sus pacientes. Los fallecimientos provocaron el sufrimiento de estas profesionales, así como sentimientos de fracaso, desesperación y tristeza. Sin embargo, a pesar de estos momentos desafiantes, el personal sanitario continuó siendo consciente de la importancia de seguir brindando cuidados humanizados.

Como alternativa, algunas emplearon medios tecnológicos para la comunicación entre los pacientes y sus familias (vídeollamadas o conversaciones telefónicas), en un intento de paliar la falta de apoyo a los seres queridos. Todos estos motivos han servido para que, a pesar del sufrimiento interno, los ciudadanos las vean como a heroínas.

¿Cómo han logrado afrontar la pandemia?

Durante la pandemia de covid-19 el personal sanitario ha recibido numerosas muestras de cariño y apoyo de sus familias, ciudadanos, empresas e instituciones. Donaciones de comida, mascarillas cosidas por mujeres mayores, batas confeccionadas por diseñadores famosos, cintas para el cabello, dibujos de niños pequeños y tazas de café donadas por las empresas de bebidas se encontraban entre los artículos ofrecidos en agradecimiento por sus servicios.

Aunque muchas enfermeras, junto con otros profesionales sanitarios, aseguraban que era la primera vez que recibían tantas atenciones por parte de la ciudadanía, reconocían que todos los momentos estresantes podrían haber sido minimizados por la situación social y el apoyo proporcionado por la comunidad.

En un intento de apoyar y proteger a la fuerza laboral de primera línea se adoptaron varias estrategias como apoyo psicológico, agradecimiento ciudadano mediante aplausos en los balcones, descuentos y promociones exclusivas para profesionales de la salud y áreas de descanso (hoteles o casas de huéspedes) donde podrían quedarse tras la jornada laboral en lugar de regresar a sus hogares para reducir el riesgo de contagio.

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Los resultados de un estudio con personal médico en China evidenciaron que mayores niveles de apoyo social durante la pandemia se asociaron con una mejor salud mental y calidad del sueño, lo que se traducía en un mejor desempeño profesional.

Por otro lado, los profesionales también emplearon estrategias de afrontamiento propias. La práctica de ejercicio, hablar con los demás, el yoga y la espiritualidad y las creencias religiosas fueron estrategias comunes utilizadas por el personal sanitario. En España, los resultados de un estudio mediante el uso de las fotografías también muestra cómo las enfermeras han usado el buen humor, momentos de ocio y reflexión para superar estos retos.

No somos superheroínas ni ángeles

En este momento de crisis la población tiende a glorificar a los profesionales que trabajan durante la pandemia. Esto quedó claro al evaluar varios momentos y fotografías que revelan una conexión entre profesionales de la salud y seres con una fuerza superior, como los dibujos de superhéroes pintados en paredes y cristales de ascensores, o empleados como fijador de mascarillas para el pelo.

En otras ocasiones, se ha hecho referencia a las enfermeras como ángeles. Sin embargo, aun aceptado este intento de apreciación de los esfuerzos por cuidar a las personas durante la pandemia, las enfermeras recalcan que verdaderamente debe vincularse a su alta capacitación para el puesto tan importante que desempeñan en la sociedad, hasta ahora muy invisible.

Además, el personal sanitario y específicamente el de enfermería aún lucha por visibilizar la falta de recursos de protección que han tenido durante la prestación de sus servicios. En España, el número de profesionales sanitarios infectados por covid-19 desde el inicio de la pandemia hasta julio de 2020 fue de 52 036 (21,2 % del total de infectados detectados).

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Fueron frecuentes las quejas por la falta de mascarillas, guantes y geles de solución hidroalcohólica, así como la reutilización no apropiada de parte del material.

No fueron superhéroes quienes aumentaban su jornada laboral en horas y días semanales, ni quienes estuvieron expuestos a mayor riesgo de accidentes en el trabajo. Los cambios de horario y la forma de cuidar a los pacientes afectados por coronavirus tampoco afectó a personas con fuerzas superiores, sino a enfermeras de carne y hueso que ingeniaron plastificar todo el material que entraba en habitaciones de personas infectadas, quienes planificaban los aseos días alternos porque no podían prestar los mismos servicios con la normalidad anterior.

En definitiva, eran enfermeras con una formación académica digna de aplausos en los balcones a las 8 de la tarde.

Bárbara Badanta Romero, PDI. Departamento de Enfermería, Universidad de Sevilla y Rocío de Diego-Cordero, PDI. Dpto. de Enfermería, Universidad de Sevilla