El Movimiento 5 Estrellas y la crisis política en Italia
Lisa Zanotti, Diego Portales University
Todos los partidos, y más en general los actores políticos, afrontan un dilema constante entre pragmatismo e ideología. Este dilema es intrínseco al hacer política, al existir una tensión entre desarrollar las propuestas programáticas y acceder a los puestos de poder. Esta tensión está casi perfectamente ejemplificada por el Movimiento Cinco Estrellas en el contexto de la actual crisis política italiana que se ha desatado después de que Matteo Renzi, líder de Italia Viva, retirara el mes pasado el apoyo al gobierno de Giuseppe Conte.
El ejecutivo liderado por Conte contaba con una mayoría parlamentaria formada por el Partido Democrático y el Movimiento Cinco Estrellas, además de por Italia Viva, formado por Matteo Renzi, el exlíder del PD, en 2019. El M5S fue fundado por el cómico Beppe Grillo en 2009 como partido populista anti-establishment en los años más duros de la Gran Recesión, que afectó a Italia y a los otros países del sur europeo durante la pasada década.
El surgimiento de este partido fue interpretado como una respuesta a las duras medidas de austeridad implementadas por el gobierno tecnocrático de Mario Monti bajo “consejo” de la llamada Troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional).
El M5S no es Podemos
Sin embargo, respondía también a un difuso sentimiento de aversión a la política en amplios sectores de la sociedad. Por estas razones, desde el punto de vista ideológico no se puede comparar con los otros partidos populistas que emergieron en ese periodo en el sur de Europa, como Podemos en España o SYRIZA en Grecia.
De hecho, estos partidos eran populistas, pero tenían un fuerte componente ideológico radical de izquierda, mientras que el movimiento Cinco Estrellas ha sido definido ideológicamente como “populismo puro” porque no posee una clara ideología “gruesa” que acompañe el populismo.
En términos generales, los cinco temas más relevantes para el Movimiento –representados por las cinco estrellas en su logo– eran el agua pública, el transporte sostenible, el desarrollo sostenible, el derecho al acceso a internet y el medio ambiente.
Aunque es verdad que estos temas aparecen más a menudo en los programas electorales de partidos de izquierda, el Movimiento –al menos en sus inicios– tenía un fuerte componente antieuropeísta y una visión negativa de la inmigración que expresó sobre todo con ocasión del debate sobre la concesión de la ciudadanía a los hijos nacidos en Italia de inmigrantes (Bordignon y Ceccarini 2013).
Por un lado, mientras estaba en la oposición, esta fluidez ideológica era uno de los mayores puntos de fuerza del partido dado que le permitió atraer a diferentes perfiles de votantes a través de un mensaje que ha sido definido como catch-all, es decir, atraparlo todo.
Gobernar es otra cosa
Sin embargo, una vez en el gobierno, los partidos tienen que implementar políticas y tomar posiciones sobre temas críticos para el país y eso, en el caso del M5S, es problemático y puede convertir su atractivo general en una debilidad importante. Dicho con otras palabras: al comprometerse con determinadas políticas, el Movimiento ha visto mermado el vínculo con parte de su base de votantes.
Esto se concretó, al menos parcialmente, al entrar por primera vez en una coalición de gobierno con la Lega, un partido populista radical de derecha en junio de 2018, en el ejecutivo conocido como Conte I. Esta coalición tuvo amplia resonancia nacional e internacional al ser definida como el primer gobierno completamente populista en la historia del país.
Esta experiencia terminó abruptamente en 2019 cuando Matteo Salvini, líder de la Lega, promovió una moción de censura a la cual seguirían las dimisiones de Conte. En ese momento, que ya se podía considerar decisivo para la suerte del partido, la facción más “responsable” del M5S optó por formar una nueva mayoría con el Partido Democrático, dejando de lado el discurso populista y antiestablishment, que quedó relegado a una minoría.
Draghi y la gran encrucijada
En síntesis, un partido sin una ideología “gruesa” parece haber dejado de lado también su discurso populista con el objetivo de no salir del poder. Las consecuencias de estas maniobras se han visto reflejadas en las caídas del consenso. Mientras en las elecciones de 2018 el partido alcanzo casi el 33 por ciento de las preferencias del electorado, hoy en día está atrayendo a menos del 20 por ciento de los votantes.
Sin embargo, es la crisis política actual la que podría marcar definitivamente el destino del partido. El hecho de apoyar la candidatura de Mario Draghi, expresidente del Banco Central Europeo, miembro de ese establishment económico tan criticado por el partido en sus inicios, podría representar la ruptura definitiva del vínculo con la base actual. Elegir el camino de la “responsabilidad” significaría de alguna manera quedarse con un rol protagonista hasta el final de la legislatura, pero podría significar el final de su trayectoria política a medio plazo.