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La economía española se crece con el empuje del turismo

Terraza de un restaurante en el centro histórico de Palma de Mallorca. neme_jimenez/Shutterstock

María de la Cruz Pulido Fernández, Universidad Internacional de Valencia

En 2023 el turismo alcanzó un peso del 12,8 % en el PIB, lo que lo ha convertido en el motor de crecimiento económico de España.

¿Y por qué es un pilar fundamental de la economía española? Porque el turista gasta en hoteles, restaurantes, transporte, atracciones, compras de souvenirs y productos locales, y ese dinero se convierte en ingresos para las empresas españolas. Esto les permite contratar empleados, pagarles mejor, ofrecer más servicios o producir más.

Todo ello ayuda a que la economía crezca, se generen ingresos, se creen empleos y aumente la calidad de vida.

Pero ¿esto conlleva solo beneficios o tiene también efectos negativo?

Lo positivo de la actividad turística

El aumento del interés en conocer lugares diferentes al lugar en el que se vive hace que el turismo tenga una importante función social y económica, favorezca la reducción de desigualdades entre territorios y prevenga su despoblación.

Además, el turismo conlleva la existencia de un mayor número de infraestructuras, el desarrollo de otras actividades productivas y la creación de empleo.

De hecho, en 2023 las empresas turísticas crearon 132 189 empleos más que en 2022, lo que ha supuesto el 17 % de empleo generado en España y un crecimiento mayor que en el resto de sectores económicos.

Por otro lado, en 2023 hubo una mayor estabilidad en el empleo en el sector turístico gracias a que las empresas han realizado más contratos indefinidos que contratos temporales de corta duración.

Otro beneficio importante es la mejora en el salario que reciben los empleados de este ámbito. Con ello, las empresas buscan que más personas quieran trabajar en el mismo, lo que facilita la contratación de personal formado. Debe, por tanto, incrementarse el gasto en formación para preparar a personas que puedan cubrir los nuevos puestos de trabajo que, en la actualidad, están surgiendo en este sector.

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Sin embargo, el turismo también puede tener efectos negativos en el ámbito medioambiental, social y económico.

¿Cuáles son sus efectos adversos?

La actividad turística puede producir un aumento de precios. Y esto, ¿qué supone? Para empezar, un incremento de lo que cuesta vivir en el lugar en el que la actividad se produce.

Por otro lado, en el destino turístico suele ser necesario aumentar la inversión en servicios públicos e infraestructuras para satisfacer las necesidades del turista sin desatender las de los habitantes.

Otro posible inconveniente es que la población que vive en el lugar donde se lleva a cabo la actividad turística no se beneficie del gasto que realiza el turista. Esos beneficios irían a las empresas, organizaciones o individuos que realizan dicha actividad y que no viven o tienen su sede social en el lugar en el destino.

Además, los recursos naturales y culturales turísticos pueden dejar de ser interesantes si reciben más visitantes de los que pueden acoger. ¿Por qué dejarían de ser atractivos? Porque podrían surgir problemas de contaminación o masificación del lugar.

Otro efecto negativo es el aumento de viviendas turísticas ilegales. ¿Esto que consecuencias tiene? Varias: que surjan conflictos vecinales, que haya problemas de acceso a la vivienda en la zona e incluso, en algunos casos, que los ciudadanos que viven en zonas turísticas tengan una visión negativa del turismo.

¿Hacia donde debe ir el modelo de turismo?

Es necesario establecer un modelo rentable y sostenible. Esto implica que ha de ser un sistema que permita obtener ingresos, pero sin gastar los recursos, sin dañar el medio ambiente y valorando lo que necesitarán las personas en un futuro.

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Además, ha de adaptarse constantemente a los cambios y debe de ser competitivo a nivel mundial.

¿Qué se debe tener en cuenta?

En la actividad turística se ha ampliado el interés por elementos de la economía creativa que incorpora actividades como la gastronomía, el cine, la música, las artes visuales y escénicas e incluso el deporte.

Además, al turista le interesa tener experiencias nuevas y descubrir “lo auténtico”, pero también estar al día de las nuevas tecnologías. Esto ha transformado sus preferencias a la hora de viajar, al igual que su preocupación por la sostenibilidad.

Por ello, hay que promover un consumo responsable y un turismo que sea sostenible a largo plazo.

María de la Cruz Pulido Fernández, Profesora Derecho Administrativo/ Profesora en Master Universitario de Mediación y Gestión del Conflicto, Universidad Internacional de Valencia