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Las consecuencias económicas del 11-S

North Reflecting Pool del September 11 Memorial & Museum (Nueva York). Shutterstock / Francois Roux

Eszter Wirth, Universidad Pontificia Comillas

El 11-S tuvo numerosas consecuencias políticas y militares a nivel global, más allá de su devastador coste en términos humanos. Sin embargo, pese a lo que pueda pensarse inicialmente, sus efectos económicos no fueron excesivamente graves en comparación con los vividos tras la crisis financiera del 2008 o el estallido de la pandemia de covid-19.

Desastres económicos localizados y temporales

La economía estadounidense ya venía sufriendo las secuelas del pinchazo de la burbuja de las puntocom que estalló a mediados de 2000 y los ataques terroristas añadieron un daño adicional para la economía estadounidense.

El primer impacto se notó en los índices bursátiles de Nueva York por la fiebre de ventas a causa del pánico. El desplome fue tal que las autoridades tuvieron que suspender las cotizaciones hasta el 17 de septiembre, el cierre más largo desde la Gran Depresión.

Las empresas cuyas acciones sufrieron las principales caídas fueron las aerolíneas, con desplomes del 40% (entre ellas American Airlines y United Airlines, cuyos aviones impactaron contra las torres), y las aseguradoras. No obstante, los mercados de valores estadounidenses se recuperaron rápidamente, pues en noviembre volvieron a niveles previos al atentado.

Promedio Industrial Down Jones. Fuente: Marketwatch, Mark Hulbert

La economía estadounidense se caracteriza por su resiliencia y, pese a semejante catástrofe, logró registrar un crecimiento económico positivo del 1% en 2001. Obviamente se trató de una notable desaceleración de 3 puntos porcentuales si la comparamos con las tasas de los años previos, pero no se registró una recesión como las de 2008-2009 o 2020 y el crecimiento se aceleró en los años siguientes. Las regiones estadounidenses más afectadas fueron la ciudad de Nueva York y Arlington, los epicentros de los ataques.

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El ataque a las Torres Gemelas fue un duro golpe para las empresas que tenían sus oficinas en ellas, pero también para los pequeños comercios localizados en Manhattan o cerca del Pentágono. Además, en Nueva York la actividad turística y la ocupación hotelera se situó por debajo del 40% en las siguientes semanas.

Tasa de crecimiento interanual del PIB real 1995-2020 (%) Fuente: Banco Mundial

En los países occidentales los ataques alimentaron durante los primeros meses la sensación de inseguridad: las personas evitaban salir a sitios concurridos, como los centros comerciales, y solo se cogieron vuelos imprescindibles. Aunque el comercio y el turismo se vieron afectados, los efectos fueron menos graves que durante la pandemia.

Tanto los países avanzados como la economía global solo anotaron una desaceleración en 2001 y 2002. Las tasas de desempleo registraron ligeras subidas en 2001 y 2002, pero muy por debajo de la escalada durante la crisis financiera o la pandemia.

Tasa de desempleo 1995-2020 (%) Fuente: Banco Mundial

También hubo sectores ganadores. A nivel mundial, la industria militar y los fabricantes de equipos de seguridad fueron los más beneficiados. Los gobiernos y empresas invirtieron en reforzar sus sistemas de seguridad y en el desarrollo de armamento cada vez más sofisticado. El coste estimado de la guerra al terror liderada por Estados Unidos ha sido de 8 billones de dólares hasta la fecha.

Los paquetes de rescate de las autoridades estadounidenses

El presidente Bush trató de paliar la desaceleración económica con una reducción de los impuestos sobre la renta, sobre los dividendos y sobre el patrimonio, lo que acabó favoreciendo a las clases más acomodadas.

Además, el Congreso aprobó un fondo de rescate para aerolíneas de unos 15 mil millones de dólares y un Fondo de Compensación de Víctimas del 11-S con el fin de indemnizar a los familiares de los desaparecidos y los sobrevivientes y evitar que demandaran a las aerolíneas. Su coste para el Gobierno ha sido de unos 9 miles de millones de dólares.

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La Reserva Federal trató de reflotar la economía dañada por la crisis de las puntocom y el 11-S con una política monetaria agresiva, basada en una intensa inyección de liquidez mediante la compra de deuda en manos de agentes privados y préstamos directos a la banca. Pero quizá la decisión más controvertida por parte de la Reserva Federal y el resto de bancos centrales fue el recorte brusco de los tipos de interés y su mantenimiento por debajo del 2% durante la posterior aceleración económica

Tipos de interés de referencia de la Reserva Federal entre 2000 y 2010 (%) Fuente: Trading Economics

Estos tipos de interés bajos alentaron al endeudamiento de los hogares y empresas, que optaron por la adquisición masiva de viviendas y la inversión en bolsa. Además, los bancos y agencias inmobiliarias multiplicaron la concesión de hipotecas, incluso a personas carentes de estabilidad financiera, las archiconocidas hipotecas subprime. La escasa regulación financiera permitió la titulización de dichas hipotecas y su conversión en complejos activos financieros estructurados que se vendieron a lo largo y ancho del mundo.

En cierto modo, la política monetaria estadounidense posterior al 11-S, junto a la falta de regulación financiera y al comportamiento irresponsable de la banca y de los deudores, fue el germen de la gran recesión que llegaría 7 años después.