México y España: ¿Es necesario pedir perdón?
La relación entre México y España se ha visto tensada en los últimos años debido a la exigencia de disculpas por parte del gobierno mexicano hacia España por las acciones de la conquista hace más de 500 años. Esta demanda, iniciada en 2019 por el expresidente Andrés Manuel López Obrador mediante una carta privada al rey Felipe VI, se ha mantenido como un tema recurrente, ahora retomado por la nueva presidenta Claudia Sheinbaum. España, por su parte, ha rechazado estas solicitudes argumentando que las disculpas ya se han ofrecido en el pasado en diversos momentos históricos.
Un contexto histórico de disculpas y reconciliación
El debate sobre si España debería disculparse nuevamente por la conquista tiene matices históricos complejos. En al menos tres ocasiones se han realizado actos protocolarios de reconciliación:
- 1836: Tras el reconocimiento de la independencia de México, se firmó un tratado de paz y amistad que incluyó disculpas mutuas.
- 1910: En el centenario de la independencia mexicana, una delegación española participó en ceremonias conmemorativas, entregando obsequios simbólicos.
- 1991: Durante una visita del rey Juan Carlos I, se llevaron a cabo actos de reconocimiento y reconciliación con comunidades indígenas.
Los historiadores apuntan que estas acciones simbolizan un cierre formal de heridas históricas y cuestionan la necesidad de repetirlas como un gesto político actual.
La manipulación política del perdón
En una entrevista con el historiador mexicano Juan Miguel Zunzunegui, se destacó que este tipo de exigencias pueden ser utilizadas como distracciones políticas. Zunzunegui argumenta que el gobierno mexicano ha instrumentalizado este tema para desviar la atención de problemas internos, como las condiciones actuales de los pueblos indígenas. Según el historiador, gran parte de las dificultades que enfrentan estas comunidades son consecuencia de políticas nacionales desde la independencia de México, más que de herencias coloniales.
Además, Zunzunegui señala que insistir en pedir perdón por hechos históricos puede convertirse en una herramienta populista para consolidar apoyo interno, especialmente cuando las solicitudes se realizan en paralelo a discursos agresivos en el ámbito público.
Un legado compartido y los límites del perdón
El debate sobre el perdón no solo afecta a las relaciones diplomáticas, sino que también refleja un conflicto sobre la narrativa histórica. Algunos, como el historiador argentino Marcelo Gullo, sostienen que la llegada de los españoles fue una liberación de los pueblos indígenas oprimidos por los aztecas. Sin embargo, Zunzunegui matiza esta postura, argumentando que idealizar la conquista tampoco es constructivo, pues la historia es más compleja y llena de grises.
El perdón, como concepto, dignifica, pero debe ser sincero y no instrumentalizado. En palabras del historiador, no se puede exigir disculpas por algo que ya se ha reconocido varias veces, especialmente si estas demandas están acompañadas de discursos públicos que imposibilitan un diálogo diplomático.
¿Qué nos enseña el pasado?
Este conflicto pone de relieve una verdad incómoda: las tensiones entre la memoria histórica y la política actual. España, como otros países europeos, ha reconocido errores históricos, como la expulsión de los judíos en 1492. Sin embargo, la historia compartida entre España y México no se ajusta al modelo de explotación colonial típico, sino que implicó una integración cultural y social única.