Enamorado de los aranceles: el fin de la globalización económica
Sergi Basco, Universitat de Barcelona
El 13 de febrero de 2024 la Casa Blanca anunció un plan que podría derivar en una subida generalizada de aranceles en todo el mundo.
Desconocemos la magnitud de la tragedia pero no es un plan inesperado dado que el presidente Trump ha dicho en repetidas ocasiones que le gustan los aranceles y que es la palabra más bonita del diccionario.
En este articulo quiero explicar cómo los aranceles no van a ayudar a reducir el déficit de cuenta corriente y cómo este episodio puede poner el punto final a la globalización económica.
Cuenta corriente
Una de las motivaciones del presidente Trump para poner aranceles es que tener una cuenta corriente negativa implica que los extranjeros le “están robando”.
¿Qué es la cuenta corriente? La cuenta corriente de un país es la diferencia entre sus exportaciones e importaciones. Si un país exporta menos de lo que importa tiene déficit de cuenta corriente, que se compensa emitiendo deuda externa.
Una forma de entenderlo es que el país está comprando bienes extranjeros usando una tarjeta de crédito. Por lo tanto, si un país tiene un déficit por cuenta corriente persistente en el tiempo, lo que sucede es que acumula deuda exterior.
Cuando el país que acumula esta deuda exterior es un país emergente puede terminar en una crisis financiera si los extranjeros deciden no extender la línea de crédito. Pero este no es el caso de Estados Unidos.
¿Qué explica que un país tenga una cuenta corriente negativa?
La cuenta corriente se puede definir como la diferencia entre la demanda y la oferta de activos. Un país tiene una cuenta corriente negativa si su sector financiero produce más activos que la demanda de activos de sus ciudadanos. Para poner un ejemplo, si Estados Unidos produce 100 millones de dólares de activos pero sus ciudadanos solo quieren 60 los extranjeros compran 40 millones.
Una forma de entender que EE. UU. tiene una cuenta corriente negativa es mirar hacia Wall Street, que es muy eficiente produciendo activos. De hecho, el mínimo de la cuenta corriente en EE. UU. fue en 2006 (-5,9 % PIB), que coincidió con la burbuja inmobiliaria y la posterior crisis de las subprimes. La cuenta corriente de EE. UU. se volvió muy negativa porque había una demanda creciente de activos americanos motivada, en parte, por la subida del precio de la vivienda.
Una forma rápida de eliminar el déficit por cuenta corriente de Estados Unidos seria eliminar Wall Street. Si este mercado financiero desapareciese y todos los activos pasasen a ser creados en Frankfurt, Estados Unidos pasaría a tener un superávit en su cuenta corriente porque sus ciudadanos comprarían en Frankfurt los activos que compraban en Wall Street.
Como el lector habrá notado, así no sería necesario poner ningún arancel para terminar con el déficit por cuenta corriente. Esto no implica que sea una buena idea. El buen funcionamiento del sistema financiero es muy importante para la salud de la economía, como ilustran los años perdidos en España durante la Gran Recesión: los niveles de PIB per cápita de 2008 no se recuperaron hasta 2014.
¿Fin del libre comercio?
Un efecto probable del anuncio del presidente Trump será el fin de la globalización económica. Desde principios de la década de 1970, el comercio de bienes y servicios ha aumentado de forma exponencial en el mundo. Por poner un número, en 1970 el comercio mundial representaba el 25 % del PIB. El máximo se alcanzó en 2022 con el 63 % y en 2023 (última fecha disponible) era del 59 %.
El comercio mundial se intensificó a mediados de la década de 1990 impulsado por la aparición de las cadenas globales de suministro y la incorporación de China a la Organización Mundial del Comercio. Desde el punto de vista de un país occidental (léase Estados Unidos o Europa), el mayor efecto positivo de este proceso de globalización comercial ha sido una rebaja sustancial de los precios de muchos productos.
El efecto negativo de esta globalización es que algunos trabajadores han perdido sus puestos de trabajo o han visto reducido sus salarios. En un trabajo reciente, mis coautores y yo estudiamos el efecto del aumento de las importaciones de China en Francia y observamos que, entre 1997 y 2015, los trabajadores de las industrias que compiten más intensamente con China experimentaron una disminución de sus ingresos.
Además, mostramos que el efecto tiene un componente ocupacional importante. Trabajadores en ocupaciones más específicas de las industrias que compiten más con China tienen una caída más significativa de sus ingresos. No obstante, esto no quiere decir que el comercio con China sea malo. Significa que los gobiernos deben ayudar a los trabajadores de ciertas ocupaciones o industrias a encontrar trabajo en las industrias donde, en este caso Francia, tiene más ventaja comparativa.
Apoyarse en la ventaja competitiva
Uno de los conceptos más aceptados en economía y menos entendidos por los políticos es el de ventaja comparativa. Sabemos desde el siglo XVIII que, aunque un país sea superior tecnológicamente en todas las industrias, es beneficioso para ese país especializarse en aquellas en las que sea relativamente mejor y comprar del extranjero los otros productos.
Introducir aranceles à la carte, que cambian por producto y país, y pretender que todo se produzca a nivel interno desvirtúa este principio, causará perdidas de productividad en todo el mundo y el fin de la transición a un mundo de libre comercio.
Sergi Basco, Profesor Agregado de Economia, Universitat de Barcelona