La quinta ola de la pandemia nos demuestra que hay motivos para la esperanza
Ignacio López-Goñi, Universidad de Navarra
Vamos a analizar con datos del Ministerio de Sanidad qué ha ocurrido este verano en España.
En la primera figura se muestra el número de casos diagnosticados (en azul) y de fallecimientos (en rojo) por covid-19 en España desde febrero de 2020 hasta el momento actual.
En ella, podemos distinguir tres fases durante la pandemia:
- De marzo a mayo de 2020. La primera ola, en la que ocurre el mayor pico de fallecimientos pero el número de diagnosticados fue muy bajo debido a la escasa capacidad de diagnóstico que teníamos en aquellos meses.
- De julio de 2020 a marzo de 2021. Las segunda y tercera olas, en las que coinciden los perfiles del número de diagnosticados y de fallecimientos, con un desfase de unas pocas semanas.
- De abril de 2021 hasta el momento actual. Las cuarta y quinta olas, durante las cuales el número de diagnosticados es mayor que el de fallecimientos. Esta diferencia es especialmente significativa en la que denominamos quinta ola.
Una quinta ola más leve
En la siguiente figura se muestra un detalle del número de diagnosticados y fallecimiento en los últimos meses.
A lo largo de la historia, las pandemias se comparan por el número de fallecimientos. Si nos fijamos solo en este dato, en realidad podemos decir que ha habido tres olas en España: la primera y más intensa en los meses de marzo-mayo de 2020, la segunda y menos intensa de agosto-diciembre de 2020 y una tercera más intensa que la segunda entre enero-febrero de 2021.
Lo que estamos denominando quinta ola ha sido en realidad un pequeño repunte en el número de fallecimientos, significativamente muy inferior a las olas anteriores, a pesar de haber habido un gran número de casos diagnosticados.
En la siguiente figura se analiza el porcentaje de cada tipo de variante del virus a lo largo del 2021.
Desde el mes de junio de 2021, coincidiendo con la quinta ola, ha ido aumentando progresivamente la variante delta (en verde), respecto a la alfa (azul) que antes era la predominante. Para mediados de agosto, la delta ya suponía más del 85 % de las muestras secuenciadas. Esta variante es mucho más transmisible que las anteriores, lo que puede explicar, entre otras cosas, el repunte en el número de casos.
Una alta tasa de vacunación en España
Si nos fijamos ahora en la campaña de vacunación en España, que comenzó a finales de diciembre de 2020, para mediados de agosto España ya tenía al 73,2 % de la población con al menos una dosis y casi al 63 % con la pauta completa (el 68 % de los vacunados con Pfizer, el 9,8 % con Moderna, el 15,8 % con AstraZeneca, y el 6,4 % con Janssen).
Hay que tener en cuenta que se necesitan varias semanas después de la dosis completa (al menos dos) para que la vacunación genere una respuesta robusta.
Cuando comparamos estos datos del porcentaje de población totalmente vacunada con otros países, España encabeza la lista, por encima de EE. UU., otros países europeos e incluso Israel.
Las razones de esta alta tasa de vacunación probablemente sean varias. Lo primero, evidentemente, porque hay vacunas disponibles. Por otra parte, porque contamos con un sistema de sanidad pública, que no existe en otros países, capaz de llegar a una gran parte de la población de forma eficaz.
En tercer lugar, porque en España no hay una gran oposición a la vacunación. Somos un país en el que las tasas de vacunación infantil suelen ser de las más altas de Europa y, aunque haya gente que dude de las vacunas, no hay movimientos antivacunas numerosos y beligerantes como en otros países europeos y en EE. UU., donde la oposición a las vacunas está siendo un problema muy serio.
En la siguiente figura se muestra el detalle de las coberturas vacunales por grupos de edad en España.
Vemos que se han conseguido unas tasas de vacunación con la dosis completas de cerca del 94 % en mayores de 60 años, la población en riesgo más vulnerable, y del 90 % en mayores de 40. Pocos países están teniendo estas tasas tan altas de vacunación.
En esta figura vemos la evolución de la incidencia acumulada por grupos de edad.
Vemos que esta quinta ola ha afectado sobre todo a la franja de edad de entre 12 y 39 años, especialmente a jóvenes menores de 30 años, en los que las tasas de vacunación es mucho menor. Ha afectado en menor número a los más vulnerables y susceptibles de padecer una covid-19 grave y fallecer, los mayores de 70. En esta población las tasas de vacunación son de más del 98 %.
En el buen camino
En conclusión: esta quinta ola ha sido en realidad una ola de diagnosticados. Gracias a la alta tasa de vacunación se ha conseguido reducir la mortalidad en una situación en la que la variante delta se ha transmitido eficazmente entre la población no vacunada.
Esto no quiere decir que no haya habido fallecimientos incluso de personas vacunadas. Sabemos que las vacunas no son 100 % efectivas, y en una situación de una alta circulación del virus, algunas personas vacunadas se pueden infectar, enfermar e incluso fallecer. Pero los datos demuestran que las vacunas están funcionando, y han reducido significativamente los casos más graves y fallecimientos en el rango de edad más vulnerable.
Si no hubiera habido esta alta tasa de vacunación, esta quinta ola hubiera sido una escabechina.
No sabemos cómo evolucionarán las nuevas variantes del virus. Algunos datos de EE. UU. sugieren que en algunos estados están aumentando los casos en menores de edad, aunque hay que tener en cuenta que en algunos de esos lugares las tasas de vacunación son muy bajas. En EE. UU. la oposición a las vacunas está siendo un problema serio en algunas zonas.
Por otra parte, Israel está viviendo un incremento importante de infecciones en mayores de 60 años con la pauta completa de la vacuna, pero este país fue el primero en alcanzar altas tasas de vacunación y quizá el efecto de la vacuna esté empezando a reducirse en ese rango de población, y sea necesario una dosis de refuerzo.
Aunque el nivel de incertidumbre sigue siendo alto, la situación en España se parece más al escenario 3 (pequeños brotes sin un patrón claro de nuevas olas epidémicas que se van apagando poco a poco) que comentamos en junio del año pasado.
Quizá podemos esperar que el virus siga su evolución hacia formas más transmisibles y más adaptadas al ser humano. Además, cada vez habrá una mayor proporción de personas inmunizadas, porque hayan pasado la enfermedad o porque las hayamos vacunado. Así, quizá el virus se vuelva endémico, nos siga visitando de vez en cuando pero ya en pequeñas oleadas más parecidas a esta quinta ola, si la podemos denominar así.
Siendo realistas, el objetivo quizá no sea llegar a cero infecciones o cero muertes, sino descongestionar el sistema sanitario. No es lo mismo cien muertos en un día que cien fallecimientos en cien días. Cien muertos en un día colapsa todo el sistema. Si llegamos a un número de fallecimientos que no suponga un estrés en el sistema sanitario, a un número de muertos socialmente aceptable (aunque suene fatal), podremos volver a lo más parecido a la normalidad. Pasaremos esta etapa pandémica de la que tenemos que salir cuanto antes. Habrá otros problemas (tratamientos, covid persistente, otros efectos secundarios, necesidad de nuevas vacunas) pero ya no será una situación de emergencia.
Por esto, hay cuatro puntos importantes a tener en cuenta.
- Hay que seguir impulsando la vigilancia epidemiológica, secuenciando y analizando cómo evoluciona el virus hacia nuevas variantes.
- Hay que seguir vacunando al mayor número de personas posible, sin obsesionarse por el porcentaje para obtener la inmunidad de rebaño.
- Aunque cada vez hay más datos que muestran que la inmunidad puede durar muchos meses, hay que evaluar la necesidad de una tercera dosis de recuerdo en las personas mayores (y otros colectivos) más vulnerables, en las que su sistema inmune se debilita con el tiempo (inmunosenescencia).
- El virus se mueve donde le dejamos, principalmente en los no vacunados. Hay que vigilar cómo evoluciona la incidencia y la gravedad de la covid-19 en la población menor de 12 años, para evaluar en su momento si será necesario su vacunación (de momento no hay datos).
Aunque todavía hay cierta incertidumbre, esta quinta ola nos demuestra que hay motivo para la esperanza.
Este artículo fue publicado originalmente en el blog del autor, MicroBIO.