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Las difíciles perspectivas del empleo juvenil

Emilio José González González, Profesor de Economía, Universidad Pontificia Comillas

Maradon 333 / Shutterstock

La preocupación por los altos niveles de desempleo juvenil ha sido una constante de la economía española en la última década. En 2008, el estallido de la burbuja inmobiliaria dejó en paro a la mitad de los trabajadores menores de 25 años.

En 2020, la pandemia de la covid-19 ha vuelto a disparar la tasa de desempleo entre los jóvenes, que ya era alta de por sí. Esto lleva necesariamente a pensar en cuáles serán sus perspectivas laborales, porque se corre el riesgo de que el paro juvenil se convierta en un problema estructural.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha señalado en su informe Observatorio de la OIT: La covid-19 y el mundo del trabajo que el 15% de los jóvenes ocupados ha perdido su empleo porque trabajaba en algunos de los sectores más golpeados por la crisis: ocio, turismo, hostelería y comercio.

Trabajadores de otros sectores no se han visto tan castigados debido a que han podido valerse del teletrabajo para mantener su actividad. Pero teletrabajo implica una cualificación de la que muchos jóvenes carecen, por lo que su presencia en esos sectores era muy baja.

¿Qué perspectivas de empleo les aguardan ahora?

Todo depende de la evolución de la economía y de su nivel de cualificación profesional. Hoy se barajan tres escenarios económicos:

  1. En el primero y más probable, la economía reabre este verano, el brote de coronavirus desaparece y se inicia la recuperación.
  2. En el segundo, se produce un rebrote de coronavirus en otoño, pero se controla, lo que retrasaría la recuperación hasta la primera mitad de 2021.
  3. En el tercero, el rebrote no se controla y entonces volvería la recesión.
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La intensidad de la recuperación va a depender también de otro factor. Según el estudio Longer-Run Economic Consequences of Pandemics, de Òscar Jordà, Sanjay R. Singh y Alan M. Taylor, los datos históricos de las crisis provocadas por pandemias sugieren que uno de los efectos de las pandemias es un largo periodo, de unas dos décadas, de muy bajos tipos de interés y muy reducida rentabilidad de las inversiones.

Los tipos de interés bajos pueden permitir a un gobierno endeudarse para llevar a cabo una política fiscal de estímulo de la economía. El problema es que España va a salir de la crisis con niveles de deuda de al menos entre el 120% y el 140% del PIB; sin tener la confianza de los mercados y, muy probablemente, sin que el Banco Central Europeo pueda continuar con los programas de compra de deuda pública más allá de diciembre de 2020, a raíz de la reciente sentencia del Tribunal Constitucional Federal alemán.

En definitiva, España carece de margen para aplicar una política fiscal expansiva y aprovechar esos tipos de interés bajos. Por su parte, los bajos niveles de rentabilidad pueden moderar la inversión empresarial. En consecuencia, todo apunta a un crecimiento económico más lento que afectará al empleo en general, y al de los jóvenes en particular.

El desempleo va por sectores

Al observar el empleo juvenil por sectores, hay que tener en cuenta que, según el estudio Transferibilidad de habilidades de los trabajadores en los sectores potencialmente afectados tras el covid-19, publicado por el Banco de España, el porcentaje de jóvenes que trabajaba en los sectores más afectados por la crisis sanitaria era el doble del que se registraba en el conjunto de la economía.

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Además, los menores de 25 años tienen un peso muy bajo en los sectores con mayor potencial de generación de empleo por su falta de cualificación. En este contexto, las perspectivas de empleo juvenil van a venir determinadas, sobre todo, por la recuperación de las actividades relacionadas con el ocio, el turismo y la hostelería. El problema es que estas actividades van a tener una demanda débil durante algún tiempo, suponiendo que no se produzca un nuevo rebrote.

Para los jóvenes parados tampoco es fácil cambiar de sector. De acuerdo con los datos de la Encuesta de Población Activa, las tasas de paro juvenil en el primer trimestre de 2020 son mucho más altas entre la población con bajo nivel de estudios que entre los jóvenes más cualificados. La tasa de paro de los jóvenes de entre 20 y 24 años con estudios primarios incompletos es del 58,7%. Entre aquellos que han completado la educación primaria es del 46,2%. Para quienes optaron por la formación profesional es del 33,8%, mientras que para los que terminaron la educación secundaria es del 26,2%. Entre las personas con estudios universitarios es del 21,6%. Además, cuanto menor es el nivel de estudios, más ha crecido la tasa de paro juvenil.

Estos datos apuntan a las dificultades para que estas personas encuentren empleo. El estudio del Banco de España señala que su movilidad es escasa porque los nichos de empleo residen en las tareas asociadas a las tecnologías de la información y las comunicaciones, la escritura, la lectura y las habilidades numéricas.

Educación y desempleo

Un problema añadido es la concentración geográfica del desempleo juvenil. Las comunidades autónomas que registran las tasas más altas de paro juvenil son Andalucía (44,67%), Islas Baleares (41,15%), Castilla-La Mancha (40,17%) y Murcia (37,46%). En todas ellas, salvo en Castilla-La Mancha, el turismo es un sector fundamental. La agricultura lo es en todas. Pero todas ellas se encuentran en el rango bajo de resultados del último Informe PISA. En cambio, en las regiones mejor clasificadas en el Informe PISA, que son las más industrializadas o con mayor peso de los servicios distintos al turismo, las tasas de paro juvenil son más bajas e, incluso, se han reducido.

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La empleabilidad de los jóvenes, por tanto, pasa por mejorar urgentemente su cualificación a través de las políticas activas de empleo y de las políticas educativas. De hecho, es la recomendación fundamental que hace la OIT en su informe, si se quiere evitar que el paro juvenil se convierta en un problema estructural.

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