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La penosa verdad sobre el “modelo sueco”

En la práctica, la tarea central de manejar el brote recayó en un solo hombre: el epidemiólogo estatal Anders Tegnell del Instituto Nacional de Salud Pública. Tegnell abordó la crisis con su propio conjunto de fuertes convicciones sobre el virus: primero creía que no se iba a propagar fuera de China y, más tarde, que bastaría con rastrear los casos individuales que provenían del exterior. Por lo tanto, a los miles de familias suecas que regresaban de esquiar a fines de febrero en los Alpes italianos se les aconsejó vehementemente que regresaran a trabajar y a la escuela si no estaban visiblemente enfermos, inclusive si miembros de la familia estaban infectados. Tenell sostenía que no había ningún indicio de contagio comunitario en Suecia, y por lo tanto ninguna necesidad de medidas de mitigación más generales. A pesar de la experiencia de Italia, los centros de esquí suecos se mantuvieron abiertos para los residentes de Estocolmo de vacaciones y de fiesta.

Entre líneas, Tegnell indicó que evitar políticas draconianas para frenar la propagación del virus le permitiría a Suecia alcanzar gradualmente una inmunidad colectiva. Esta estrategia, subrayó, sería más sostenible para la sociedad.

En todo el proceso, el gobierno de Suecia se mantuvo pasivo. Eso en parte refleja una característica única del sistema político del país: una fuerte separación de poderes entre los ministerios del gobierno central y las agencias independientes. Y, en “la niebla de la guerra”, a Löfven también le convenía permitir que la agencia de Tegnell se hiciera cargo. Su aparente confianza en lo que se estaba haciendo le permitió al gobierno desligarse de responsabilidad durante semanas de incertidumbre. Es más, Löfven probablemente quería demostrar su confianza en la “ciencia y los hechos”, y no desafiar -como el presidente norteamericano, Doanld Trump- a sus expertos.

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Debe observarse, sin embargo, que la elección política del epidemiólogo estatal ha sido fuertemente criticada por expertos independientes en Suecia. Unos 22 de los profesores más prominentes del país en enfermedades infeccionas y epidemiología publicaron un comentario en Dagens Nyheter solicitando la renuncia de Tegnell y apelando al gobierno a tomar un curso de acción diferente.

Para mediados de marzo, y con un contagio comunitario amplio, Löfven se vio obligado a asumir un papel más activo. Desde entonces, el gobierno ha intentado ponerse al día. Desde el 29 de marzo, prohibió las reuniones públicas de más de 50 personas, comparado con 500 personas antes, y sumó sanciones por incumplimiento. Luego, a partir del 1 de abril, prohibió las visitas a los hogares de ancianos, después de haber quedado claro que el virus había afectado a alrededor de la mitad de las instalaciones para adultos mayores de Estocolmo.

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