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Maradona: arte y ciencia del fútbol

Maradona y el guardameta británico Peter Shilton instantes antes del gol anotado con la mano izquierda del futbolista argentino en el partido entre Argentina e Inglaterra en los cuartos de final de la Copa Mundial de Fútbol de 1986, disputado el 22 de junio de 1986 en el Estadio Azteca de la Ciudad de México. Wikimedia Commons / revista El Gráfico

Xavier Aguado Jódar, Universidad de Castilla-La Mancha

Las estrellas del deporte como Diego Armando Maradona siempre brillarán con luz propia. La ciencia y la tecnología permiten explicar lo que en su día nos cautivó de ellas. A menudo se ha descrito como arte. El apoyo científico actual que reciben los mejores deportistas no quita valor a sus gestas. Más bien las realza y permite expandir los límites de su rendimiento. Por eso se hace difícil comparar a deportistas de épocas pasadas con los de ahora.

Desde los inicios de Maradona hasta la actualidad el fútbol ha dado un giro copernicano en su relación con la ciencia y tecnología. Entre los avances más visibles están la evolución del material deportivo, como por ejemplo balones y botas, la evolución de la técnica deportiva y más recientemente la incorporación de sistemas de video-arbitraje.

Material deportivo

El balón Adidas Azteca México, oficial en el Mundial de fútbol de 1986. Wikimedia Commons / Shine 2010, CC BY

Junio de 1986, en el estadio Azteca de Ciudad de México, Maradona levanta la copa del decimotercer mundial. La competición se jugó con el primer balón sintético: el Adidas Azteca México. El cuero natural usado hasta entonces absorbía humedad y acababa pesando. Los materiales sintéticos la rechazan y dan condiciones más estables a lo largo del encuentro. Por ello facilitan meter goles a mayores distancias de la portería.

En la segunda mitad del pasado siglo los materiales deportivos evolucionaron de manera vertiginosa. Se volvieron más ligeros, más seguros y eficaces. Basta pensar en las antiguas pértigas de atletismo de caña de bambú. También en las raquetas de tenis de madera o en las botas de fútbol de cuero con palmillas que contenían remaches metálicos. Y qué no decir de los antiguos tacos metálicos.

El nadador estadounidense Michael Phelps (con gorra negra y bañador de poliuretano) comenzando el relevo de 4x100m en los Juegos Olímpicos de Beijing el 11 de agosto de 2008. Wikimedia Commons / Jmex60, CC BY-SA

Estos avances se han consolidado. Nadie duda de que también han favorecido el espectáculo. Pero no siempre ha sido así. Lo demuestra el ejemplo de los bañadores de poliuretano, que se usaron en los Juegos de Pekín de 2008. Posteriormente fueron prohibidos. Por un lado, debido a su elevado precio, que impedía la igualdad de su acceso a nadadores de cualquier categoría en todo el mundo. Por otro lado, el gran salto en las marcas parecía devaluar el esfuerzo y la técnica de nado. Algo que la federación internacional no podía consentir.

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Los reglamentos deportivos intentan velar por mantener la esencia del deporte. Una imagen que refleja la búsqueda de esa pureza, en igualdad de condiciones entre deportistas, son las antiguas ánforas griegas. En ellas vemos a los atletas compitiendo desnudos y descalzos. Como garantes de esta misión los reglamentos deportivos son a menudo reacios a la incorporación de tecnología y el fútbol en su historia no ha sido una excepción, más bien todo lo contrario.

Técnica deportiva

El chut es el gesto más representativo del fútbol. Hoy en día se puede mejorar la calidad de su aprendizaje y corregir errores gracias al apoyo científico del que Maradona, igual que otros muchos deportistas, careció en sus inicios. Entre otros motivos porque el primer estudio cinemático del chut, en condiciones de laboratorio, muy precarias y alejadas de la realidad del juego, no se hace hasta bien entrada la década de los 60, justo cuando Maradona empezaba a jugar en sus primeras etapas. Hoy en día es más fácil que un futbolista que destaca pueda, con apoyo científico, encontrar más su propia técnica ideal.

El saltador Dick Fosbury en los Juegos Olímpicos de México en 1968.

En octubre de 1968, unos días antes de que Maradona cumpliera 8 años, el norteamericano Dick Fosbury deslumbraba en el salto de altura de los Juegos de México.

Una evolución tecnológica en los fosos de caída que pasaron de la antigua arena a las colchonetas permitió que algunos saltadores como Fosbury empezaran a probar una forma diferente de saltar.

Años después los estudios biomecánicos explicarían el éxito de esta nueva técnica, que tomó el nombre del atleta norteamericano. De espaldas no hace falta levantar tanto el centro de gravedad. Éste puede llegar a pasar incluso por debajo del listón, mientras todo el cuerpo pasa por encima, sin derribarlo.

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Algo parecido podríamos decir de los chuts, pases o fintas de Maradona. Habían carecido de un apoyo científico directo, pero a posteriori podemos explicar el por qué de su éxito.

La mano de Dios

A fecha actual el fútbol es el deporte que más publicaciones científicas genera además de ofertarse estudios de postgrado y másteres especializados en muchos países. Pero los cambios respecto a otros deportes se han producido sobre todo en las dos últimas décadas.

Tan solo a principios de este siglo algunas publicaciones denunciaban carencias importantes relativas a otros deportes. Entre otros investigadores conviene destacar al prolijo autor ya fallecido Thomas Reilly, editor fundador del Journal of Sports Sciences.

Un ejemplo llamativo ha sido el retraso en la incorporación de ayudas tecnológicas en el arbitraje. En 2005 la Federación Internacional de Tenis ya había validado el primer sistema de ojo de halcón, mientras que en fútbol no empezaron a considerarse sistemas similares hasta 2012.

La videovigilancia arbitral o VAR (Video Assistant Referee) fue aprobada por la IFAB (International Football Association Board) en 2016 aunque no empezó a usarse en las principales ligas europeas, como la española, hasta la temporada 2018/19. https://www.youtube.com/embed/iOAFWLm7tPg?wmode=transparent&start=0

En el mundial del 86, el primero que se jugó con un balón de cuero sintético, Argentina se enfrentó a Inglaterra en cuartos de final. En la segunda parte del encuentro, cuando el marcador seguía empatado a 0, Maradona marcó un gol histórico. Levantó su puño izquierdo hasta donde no llegaba con su cabeza para superar así al portero británico (con la mano). Años después, reconoció lo que algunas fotos del encuentro ya habían delatado. Fruto de sus declaraciones a la prensa, pasó a denominarse como la “Mano de Dios”.

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En el fútbol actual la jugada habría sido revisada y anulada por el VAR.