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Walt Disney no pierde a Mickey: Messi se queda en Barcelona

Walt Disney no pierde a Mickey: Messi se queda en Barcelona
Shutterstock / little_boss

Xavier Ginesta, Universitat de Vic – Universitat Central de Catalunya

No habrá batalla legal por el caso Messi. Finalmente, el delantero argentino decidió no llevar a juicio al club de su vida, donde se formó y se convirtió en la mayor estrella del panorama futbolístico mundial, incluso hoy a sus 33 años. Messi, o, mejor dicho, los Messi, se quedan en Barcelona, aunque Leo hacía tiempo que pedía al presidente Josep Maria Bartomeu poder salir del club a la búsqueda de entornos más competitivos.

No hay batalla legal, pero empieza una batalla emocional tanto o más sangrienta para la afición culé, que ha visto cómo Leo también formaba parte del equipo que cosechó la mayor derrota europea de la historia de la entidad: el 8-2 de Lisboa contra el Bayern de Múnich. Con la entrevista que Leo Messi concedió a Goal.com para aclarar su futuro empieza la batalla emocional. Veamos por qué.

Desde que los Messi remitieron el burofax al FC Barcelona, donde se comunicaba la intención de Leo de abandonar la entidad, algunos sectores del barcelonismo han criticado al jugador por no hablar en público de su futuro. El capitán se comunicaba con el club a través de un burofax, hablaba a los socios mediante periodistas afines y no se presentó a las pruebas PCR ni al primer entrenamiento.

Messi jugó bien sus cartas

Pero al final se ha demostrado que Messi ha jugado bien sus cartas en cuanto a la “comunicación de crisis”. Sabiendo que el imaginario colectivo del culé estaba de su parte en su pulso con Bartomeu, primero planteó el problema, esperó la reacción del presidente y, ante la coyuntura, zanjó también el conflicto a través de una entrevista que sirvió para imponer su frame, el marco mental que encuadrará la futura relación entre Presidente, socios y vestuario.

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De hecho, la entrevista de Leo Messi en Goal.com marca el inicio de una precampaña y campaña electoral a la presidencia de la entidad que tendrá, sin ninguna duda, la continuidad del astro argentino como uno de los puntos principales de la agenda: Messi quiere un proyecto ambicioso y Bartomeu no lo ha hecho posible con su política deportiva totalmente errática.

Messi ha hecho que todos los precandidatos miren por sus intereses, porque ningún presidente del Barcelona quiere pasar a la historia como el que dejó perder al de Rosario. Incluso Bartomeu.

Los números de Messi con el Barça son estratosféricos: 731 partidos jugados, 634 goles, 254 asistencias y 48 tripletes. La historia del FC Barcelona cambió con el argentino, y solo tenemos que mirar los títulos, antes y después de su llegada al primer equipo, para entenderlo: antes del debut de Messi, el 16 de noviembre de 2003, el club había cosechado 62 títulos desde su fundación en 1899, con él cosechó 34 más, incluidas cuatro Champions League.

Bartomeu, perdedor de esta crisis

El perdedor de esta crisis, pues, es el actual presidente de la entidad: Josep Maria Bartomeu. Y, ante el escenario electoral de 2021, la candidatura continuista puede partir con desventaja, sobre todo en un contexto donde el voto cada día es más emocional. Más aún en un club que necesita rearmarse para volver a ilusionar a sus seguidores y hacerles olvidar los desastres de Roma, Liverpool y Lisboa. Solo el control férreo del peñista, la dispersión de la oposición y la no implementación del voto electrónico pueden mantener las posibilidades de éxito de la candidatura continuista.

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Las futuras elecciones también servirán para hablar de un club que se ha transformado en una multinacional del entretenimiento. El precandidato Víctor Font, que ya formó parte de la candidatura de Marc Ingla en 2010, lo dejó claro en un debate en la escuela de negocios ESADE: “El CEO del Barça tendría que ser el de Disney o el Cirque du Soleil”.

El fútbol profesional, un producto de entretenimiento

Ciertamente, el fútbol profesional ha sufrido un proceso de disneyización, de mercantilización absoluta del producto deportivo, de transformación del deporte y sus instalaciones en un espacio con productos de entretenimiento de carácter familiar.

No obstante, incluso quedándose a regañadientes, Messi continuará siendo el principal activo corporativo de esta multinacional que es el FC Barcelona: Walt Disney no ha perdido a Mickey Mouse y La Liga mantendrá competitividad frente a la Premier League.

La posible marcha de Messi al Manchester City hubiera significado un contratiempo importante para un club que tiene que negociar los derechos de denominación del futuro Camp Nou, pagar el Espai Barça y renegociar –entre el caos que genera la pandemia de la COVID-19– sus principales contratos de patrocinio: el de Rakuten (55 millones de euros por temporada) y el de Beko (19 millones de euros), que caducan en menos de 12 meses.

¿Se imaginan a Leo Messi, en el parque temático que construirá en Nanjing (China), vestido con la camiseta del City?

Próximo destino: ¿Manchester City?

La marcha de Messi al Manchester City –por otro lado, el único club donde el culé aceptaría que buscara refugio, siendo Pep Guardiola el entrenador– hubiera debilitado enormemente la marca Barça (4.000 millones de dólares, según Forbes) y reforzaría la del City (2.690 millones de dólares) en el pulso económico que mantienen los principales clubes de futbol del mundo.

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Desde un punto de vista corporativo, Messi era la última pieza que le faltaba a Ferran Soriano, director ejecutivo del City Football Group (CFG) y exvicepresidente económico del FC Barcelona (2003-2008), para convertir el City en un nuevo Barça. Su eslogan We play beautiful football (“Jugamos un fútbol precioso”) entroniza el fútbol posicional que preconiza Guardiola, inspirado en Johan Cruyff, el mismo estilo futbolístico que hizo crecer al de Rosario y el mismo entrenador que lo elevó a los altares del fútbol mundial. La imagen, para el socio, hubiera sido demoledora.

Pero, si bien el Barça no tiene más remedio que adoptar modelos gerenciales similares a sus competidores –otras multinacionales del entretenimiento, díganse Manchester United, News Corporation o Walt Disney–, su naturaleza jurídica (el club) pone en manos de los socios el devenir de la entidad. El socio puede enmendar al presidente mediante una moción de censura o unas elecciones.

Y. aunque el análisis de por qué es tan importante que el mejor jugador del mundo continúe vinculado a la entidad de su vida podría tener un enfoque estrictamente corporativo, si nos situáramos en Manchester, París o Nueva York, en Barcelona esto no es posible: aquí radica la importancia de la estratégica entrevista que Leo concedió para zanjar la crisis (el cuándo, el cómo y el por qué) y traspasar toda la presión mediática al presidente Bartomeu.

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