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Cómo proteger a quienes apoyan a las víctimas de violencia de género

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Harkaitz Zubiri Esnaola, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea

El pasado 22 de diciembre el Parlamento de Cataluña se convirtió en la primera cámara legislativa del mundo en aprobar por unanimidad una ley contra la violencia de segundo orden, que, según la normativa, “consiste en la violencia física o psicológica, las represalias, las humillaciones y la persecución ejercidas contra las personas que apoyan a las víctimas de violencia machista. Incluye los actos que impiden la prevención, la detección, la atención y la recuperación de las mujeres en situación de violencia machista.”

Es un paso fundamental porque, para poder romper el silencio sobre la violencia de género, es necesario que las víctimas sientan la solidaridad activa de otras personas. Todavía, en la mayoría de los casos, las víctimas no se sienten apoyadas, y pocas veces se denuncia. Todavía, tras denunciar, tanto las víctimas como las personas que las apoyan suelen sufrir ataques. Todo ello facilita que se mantenga la ley del silencio, una ley que deja a las víctimas aisladas.

En cambio, las redes de apoyo ayudan a que las víctimas se conviertan en supervivientes, ayudan a generar la condiciones en las que se puede romper el silencio sobre la violencia de género. Por eso es crucial proteger a las personas que apoyan a las víctimas de violencia de género. Quienes ejercen la violencia saben que las redes de apoyo pueden ayudar a que las víctimas denuncien la situación, y por eso, cuando pueden, atacan a las personas que las apoyan.

Una ley basada en evidencias científicas de impacto social

La ley de violencia de segundo orden se basa en muchos años de investigación científica. Recientemente, Ramón Flecha ha publicado un artículo sobre Violencia Sexual de Segundo Orden (SOSH, por sus siglas en inglés) en Violence Against Women, la revista científica de más alto nivel sobre violencia contra las mujeres. El artículo expone las claves para definir este tipo de violencia y la fórmula para hacerle frente.

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Ramón Flecha, catedrático de la Universidad de Barcelona, es el creador de las comunidades de aprendizaje y el fundador de CREA , el centro de investigación que organizó el primer congreso sobre violencia sexual de segundo orden, que tuvo lugar en Barcelona en 2016. Tras décadas de investigación tratando de identificar cómo prevenir y superar la violencia de género, el profesor Flecha es la persona investigadora más citada a nivel mundial en Google Scholar en este ámbito.

Un componente fundamental de la violencia de género

En las décadas de 1970 y 1980 solo los ataques físicos y sexuales eran considerados violencia de género, aunque se discutía si las agresiones verbales y económicas también deberían incluirse. Sin embargo, en la actualidad Europa cuenta con la Convención para prevenir y combatir la violencia contra las mujeres, que aprobó el Consejo de Europa en 2011 y que entró en vigor en 2014.

Esta Convención incluye en el concepto de violencia de género tanto la violencia física, psicológica y sexual como la mutilación genital, el matrimonio forzado, el acoso sexual, el aborto forzado y la esterilización forzada.

Esta ley es un instrumento muy eficaz para luchar contra la violencia de género. No obstante, hasta ahora las leyes no habían contemplado cómo proteger a las personas que apoyan a las víctimas, y esta tampoco lo hizo. La investigación había mencionado el problema anteriormente, pero no se le otorgaba la importancia que requería, salvo en contadas ocasiones y de la mano de personas investigadoras que han trabajado junto al profesor Flecha durante años.

Testigos de la violencia de género

La violencia de género suele dejar testigos, tanto aquellos que presencian los hechos como aquellos que reciben la información de lo sucedido. La intervención de los testigos es el modelo que se prioriza en las intervenciones a nivel internacional para la superación de la violencia. Ramón Flecha ha demostrado que el mayor obstáculo para la activación de la solidaridad de los testigos hacia las víctimas es el temor a las represalias por ayudar a las víctimas.

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La violencia de segundo orden puede ocurrir en una variedad muy amplia de relaciones, formas y contextos. Frecuentemente es la persona perpetradora de la violencia de primer orden la que ejerce la violencia de segundo orden, pero también puede ser otra persona la que lo haga. La pueden sufrir tanto mujeres como hombres, ya que el objetivo puede ser cualquier persona que se atreva a apoyar a una víctima.

Aunque en ocasiones se realice mediante agresiones físicas, habitualmente tratan de humillar, amenazar y difundir mentiras para dañar la reputación de las víctimas y socavar su credibilidad. El objetivo principal de las agresiones es conseguir que estas personas dejen de apoyar a las víctimas de primer orden. Quieren que cunda el ejemplo para que nadie más se atreva a ejercer la solidaridad activa con las víctimas.

La existencia de políticas institucionales que aborden la violencia de género puede servir de protección para las víctimas, pero no garantiza actuaciones efectivas contra la violencia de segundo orden. Hay ocasiones en las que personas encargadas de velar por las víctimas ignoran los hechos e incluso atacan a quienes se atreven a defender a las víctimas. Cuando no se recibe apoyo, las consecuencias de la violencia se acentúan.

En cambio, cuando las víctimas de violencia de segundo orden reciben apoyo, aumentan las posibilidades de que las víctimas de violencia de primer orden cuenten públicamente su caso. Por eso hay que garantizar que las redes de solidaridad de carácter informal estén protegidas ante los ataques. Para que esto ocurra, hay que trabajar en estrategias que garanticen la seguridad de las personas que apoyen a las víctimas, hay que fomentar la creación de redes de solidaridad, y hay que asegurarse de que las políticas contra la violencia de género se llevan a la práctica.

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El futuro de la ley sobre violencia de segundo orden

Cada vez más cámaras legislativas incluirán la violencia de segundo orden en su legislación, pero tan importante como esto es que la ley se despliegue y se aplique de forma que ataje realmente este fenómeno. Apoyar a las víctimas de la violencia de género debería dejar de ser un acto heroico. Ayudaría muchísimo en la prevención y superación de la violencia de género. La aprobación de las leyes contra la violencia de segundo orden, y su aplicación efectiva, pueden contribuir a ello.