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La insurrección de los partidarios de Trump pone contra las cuerdas la democracia estadounidense

Policías apuntan con sus armas a un manifestante que intenta entrar en la Cámara de Representantes del Capitolio de los EE.UU. (AP Photo/J. Scott Applewhite)

Jack L. Rozdilsky, York University, Canada

En el período previo a las elecciones presidenciales estadounidenses, el riesgo de violencia postelectoral era alto. Las predicciones se hicieron realidad este miércoles cuando miles de manifestantes pro-Trump irrumpieron en el Capitolio de los Estados Unidos, en un acto sin precedentes, cuando el Congreso estaba a punto de ratificar la victoria del presidente electo Joe Biden.

La violencia en Washington se produce después de uno de los años más tumultuosos de la historia de Estados Unidos. En 2020, el Insurance Information Institute estimó pérdidas sostenidas de más de mil millones de dólares, quizás el desorden civil más costoso en los Estados Unidos.

Desde que Trump perdió las elecciones del 3 de noviembre, mientras fomentaba falsas teorías de que la votación estaba amañada, muchos se preguntaban cómo terminaría su mandato.

Con un presidente impredecible, que permanecerá en la Casa Blanca hasta el 20 de enero, se auguraron peligros potenciales para la democracia dado que los partidarios de Trump creen en sus afirmaciones falsas sobre las elecciones.

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La policía detiene a los partidarios de Trump que intentaron atravesar una barrera policial en el Capitolio en Washington mientras el Congreso se preparaba para ratificar la victoria del presidente electo Joe Biden. (AP Photo/Julio Cortez)

Pero a medida que se pone el sol sobre la administración de Trump, está claro que los últimos cuatro años han convertido a Estados Unidos en un estado más frágil.

Precedentes

Las predicciones de violencia en los Estados Unidos no eran infundadas porque no es la primera vez que se producen disturbios electorales.

Durante las elecciones de 1920 se utilizó la violencia en Florida para intimidar e impedir que los negros votaran, y decenas de afroamericanos fueron asesinados en el Ocoee Riot de 1920, una masacre relacionada con las elecciones.

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Este ataque de hace 100 años es considerado el peor caso de violencia durante unas elecciones en la historia de Estados Unidos.

Una advertencia aleccionadora sobre la violencia potencial provino, en el caso actual, del International Crisis Group, una organización no gubernamental sin fines de lucro con sede en Bélgica.

En el período previo a las recientes elecciones, por primera vez en sus 25 años de historia, el grupo centró su atención en analizar los riesgos de violencia política en los Estados Unidos. La organización generalmente realiza advertencias sobre regiones propensas a conflictos, donde la democracia es frágil.

Líneas rojas

Ciertos elementos emergieron constantemente como líneas rojas que indicaban posible violencia electoral. Estos factores de riesgo incluyen un electorado polarizado, fuentes de información altamente partidistas y la existencia de ciudadanos armados y milicias con fácil acceso a las armas.

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Los partidarios de Trump intentan romper una barrera policial en el Capitolio de Estados Unidos en Washington. (AP Photo/John Minchillo)

Además, antes de las elecciones, las tensiones raciales irresueltas siguieron presentes en los Estados Unidos derivadas del asesinato de George Floyd en mayo y los posteriores disturbios civiles.

En junio, durante los disturbios, el presidente amenazó con usar la Ley de Insurrección para sofocar las protestas y usó su retórica habitual para animar la violencia en lugar de sofocarla.

Quizás el indicador más peligroso de la violencia electoral fue la tendencia de Trump a usar el poder ejecutivo como un púlpito intimidatorio para alimentar divisiones y sembrar el caos. De hecho, la víspera de las elecciones Trump tuiteó que una decisión judicial que no le favoreciera permitiría hacer trampa y también generaría violencia en las calles.

Nunca antes los presidentes de Estados Unidos han vinculado sus perspectivas electorales y la violencia, inmediatamente antes del día de las elecciones.

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Transición pacífica

La norma histórica del relevo pacífico en el poder en los Estados Unidos se remonta a 1801, cuando John Adams cedió el poder político a su oponente Thomas Jefferson después de una elección impugnada.

En el período de transición actual, la nueva prueba para la democracia estadounidense es si un presidente como Trump puede despreciar 200 años de normas postelectorales para debilitar la democracia estadounidense.

Hay cuatro características de los Estados frágiles: la pérdida del monopolio del uso legítimo de la fuerza, la erosión de la autoridad legítima para tomar decisiones colectivas, la incapacidad de proporcionar servicios públicos razonables y la incapacidad de interactuar con otros Estados-nación como miembro pleno de la comunidad internacional.

Incluso deslizarse en la dirección de un estado frágil antes del 20 de enero puede crear un entorno más permisivo para las expresiones inapropiadas de agravios a través de la violencia.

Aún existen condiciones para la violencia

En sus estudios sobre la democratización de las sociedades de posguerra, la investigadora Kristine Höglund ha estudiado los factores que fomentaron violencia electoral.

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Partidarios armados de Trump se encuentran fuera de la Oficina del Registro del Condado de Maricopa, donde se contaban los votos en las elecciones generales en Phoenix el 6 de noviembre de 2020. (AP Photo/Dario Lopez-Mills)

Höglund encontró que las condiciones que facilitaron el uso de violencia electoral incluyen situaciones en las que la violencia es percibida como una herramienta política legítima y los agitadores tienen acceso a armas. Otros factores que desencadenan violencia electoral son las falsas interpretaciones de los resultados electorales cuando son muy ajustados, el mal uso de los derechos políticos y la movilización de la militancia.

Esas condiciones existen actualmente en Estados Unidos, y así se ha percibido claramente durante el ataque al Capitolio de los Estados Unidos.